El cambio climático se ha convertido en uno de los mayores desafíos para quienes soñamos y luchamos por una sociedad en la que podamos vivir una vida plena, libre de contaminaciones, violencias y atropellos de nuestros derechos.
El grito de la tierra nos recuerda nuestra insensibilidad, permanente silencio y pasividad frente a aquellas decisiones políticas y prácticas de convivencia con nuestro ecosistema que atentan contra los derechos ambientales, acrecientan la inequidad y ponen grandes barreras en la lucha por la reducción de la pobreza.
Por ello, en el contexto de la XXV Conferencia sobre Cambio Climático (COP 25) –convocada por las Naciones Unidas –, como cristianas y cristianos, miembros de nuestras comunidades de fe, comprometidos con la defensa y el cuidado de la creación, nos dirigimos a ustedes, líderes políticos de los países reunidos en este evento para demandarles acciones urgentes, especialmente en los siguientes aspectos:
- Compromisos políticos de mayor envergadura en favor del planeta.
- Cumplimiento de la entrega de los fondos económicos en favor del planeta.
- Acciones más efectivas para reducir la emisión de los gases de efecto invernadero, para evitar llegar al aumento de 1,5.
- Planes más sostenidos de mitigación y adaptación frente al cambio climático.
- Mayor atención a las demandas y necesidades de las poblaciones y ambientes más afectados por el cambio climático, que no cuentan con los recursos económicos, materiales y científicos necesarios para remediarlos.
- Cambios en el modelo económico actual que sigue favoreciendo a los países ricos y sigue contaminando y manteniendo en la dependencia a los países con menos ingresos económicos.
- Cambios en las políticas extractivistas de los países del Sur, que siguen acentuando la contaminación local y, por ende, dañando el planeta.
Desde la comunidad evangélica mundial reafirmamos nuestro compromiso a vivir de manera sostenible, a elevar nuestras voces para defender a las personas más afectadas por la crisis climática, y a interceder a nuestro Dios por la salud y la restauración de nuestra casa común.