En este momento es imposible ignorar el cambio climático. Esto es especialmente cierto para quienes viven en situación de pobreza. Los países más pobres están siendo testigos de cómo el clima está cambiando y cómo las personas están sufriendo. Las sequías y olas de calor han aumentado en intensidad y temperatura. Los agricultores luchan por producir sus cultivos. Las inundaciones y tifones están arrasando comunidades. Para muchos, cuestionar si el cambio climático es real o no, no es la pregunta correcta. La pregunta correcta es cómo lo detenemos y cómo sobrevivimos ante él.
Para quienes vivimos en lugares con mayor riqueza, la realidad puede ser diferente. Nuestras vidas no están a merced de los cambios del clima. Esté lloviendo, ventoso, soleado, caluroso o frío no afecta mucho lo que hacemos en nuestras oficinas, escuelas y hogares. Como mucho, el clima puede convertirse en un inconveniente a la hora de caminar o hacer entrenamiento después de clase. Es más fácil para nosotros ignorar el cambio climático porque no nos afecta de la misma manera en
que sí afecta a las personas más vulnerables alrededor del mundo. Sin embargo, el hecho de que nosotros no lo percibamos como algo grave no quiere decir que no lo sea para otras personas.
Dios nos ha llamado a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Jesús nos llama en Mateo 25 a cuidar a los enfermos y de las personas en necesidad, de quienes tienen hambre y están desnudos, de los huérfanos y de los oprimidos. Debemos cuidar a quienes están sufriendo. Nos importa el cambio climático porque nos afecta a todos, especialmente a las personas más vulnerables, aquí en nuestras localidades y alrededor del mundo.
Nos importa el cambio climático y sabemos que podemos hacer algo al respecto. Somos la primera generación que presencia de manera tan clara el impacto del cambio climático, pero somos también la última generación que tiene en sus manos el poder de hacer algo al respecto. Podemos hacerlo. Tenemos los recursos y la tecnología que nos permiten hacer los cambios necesarios para proteger a nuestro planeta y a quienes habitan en él. Lo único que hace falta es voluntad. ¿Estás dispuesto a comprometerte a proteger nuestro hogar común?
Estamos llamados por Dios a defender la justicia, a nuestro prójimo y a las futuras generaciones. ¿Te unirías a nosotros?
En Filipinas, los tifones se han intensificado, cobrando la vida de decenas de millares de personas solo en los últimos años.